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Comienzo contándoles mi peregrinaje como médico y poeta, siguiendo el estilo y la línea de Vinicius; tal como soy, de carne y hueso, con identidad e ideas… Me llamo Jorge Antonio Suárez Tarrazona y aunque soy trigueño, me dicen "chino", apodo que me dio una hermana, aunque de chino no tengo nada. Actualmente Mido 177 cms y peso 77 kilos, calzo 42, mi cuello de camisa es 16,5, y mi talla es 42 regular.
Nací en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en la maternidad del hospital San Juan de Dios, un mes de junio durante los fríos vientos "sur y chilchi" más helados de Suramérica. Soy boliviano de nacimiento, nacionalizado norteamericano, y entrañablemente, cruceño, de la tierra Camba grigotana de donde emigré muy temprano y en la cual hubiera preferido quedarme.
Mi padre fue el médico ejemplar Hugo Suárez Castedo (q.e.p.d.) y mi madre María Constanza Tarrazona, bendecida y abnegada madrecita que todavía nos acompaña. Nací prematuro, seismesino, y en esa condición por primera vez escapé de la muerte. A las pocas horas de haber nacido, me estaba desangrando al soltarse el nudo de mi cordón umbilical; la vigilancia y presencia oportuna de mi padre me salvó. Después de recuperado de la hemorragia, nos trasladamos al pueblo de San José de Chiquitos, donde a los 3 meses de edad enfermé de "coqueluche", o tos convulsa, una enfermedad que ataca principalmente a niños en la primera etapa de su infancia, y que tuvo una alta mortandad en ese año, y fue mi padre nuevamente quien salvó mi vida.
Mi niñez la pasé hasta los cinco años en el pueblo de San José de Chiquitos, donde mi padre era el jefe médico de la comisión mixta Brasil-Bolivia. Él trabajaba allí hasta el agotamiento y luego que enfermó, nos trasladamos a la ciudad de Santa Cruz, donde se recuperó totalmente. Allá, estrenamos casa nueva en el centro de la ciudad a una cuadra y media de la catedral metropolitana, donde fui monaguillo. Cerca de la capilla de Jesús Nazareno, vi a mi padre ofrecer sus servicios médicos de manera gratuita a los más necesitados en la posta sanitaria que funcionaba en dicha capilla los domingos. Él me enseñó a ser médico por amor al paciente y no por el dinero.
Mi infancia y juventud estuvo llena de familiares y amigos, a los que he aprendido a valorar más con el tiempo y la distancia. Ellos son parte de mi vida ahora y del recuerdo.
Estudié en varios colegios y no fui alumno ejemplar pues me gustaba más socializar. Gran parte de la educación secundaria la obtuve en el Colegio La Salle, en Santa Cruz. Pero mi último año lo cursé y me gradué en el Colegio Nacional Florida, donde como caído del cielo aprendí un poco de política estudiantil siendo el presidente del curso 4to B. Después mi padre me mandó a estudiar medicina a Brasil.
Soy casado con una bella brasileña y somos bendecidos con nuestro amado hijo George Bruno, quien nació el año 89 una noche de septiembre, en el Wichita General Hospital (en Wichita Falls, Texas), donde estaba yo de guardia, y me tocó a mi realizar el parto. Él actualmente estudia pre-medicina, y es mi mejor amigo.
Soy médico por vocación y profesión, ayudo a mis pacientes a cargar la cruz de la enfermedad y el dolor. Soy poeta por pasión y me sorprende con halago que algunos personas disfruten de mis poemas.
Tengo gran orgullo por lo que hago, pero lejos estoy de ser pretencioso. Mi vida ha sido una peregrinación continua desde Bolivia a Brasil y después hacia EEUU, donde ahora radico y ejerzo la profesión médica hasta cuando Dios quiera y me den las fuerzas.

Durante mi peregrinación por Brasil y ahora en EEUU, he usado todas mis habilidades para aprender, estudiando incansablemente en la ciencia y el arte de la medicina.
Cuando estuve en Maceió, Alagoas en el nordeste brasileño, en mi primer año en la facultad de medicina, estuve de guardia los fines de semana como voluntario, en el hospital Dona Constanza, especializado en enfermedades infectocontagiosas, donde vi a muchos morir enfermos de tétano y rabia. También trabajé en Maceió, en las clínicas de lepra, atendiendo pacientes ambulatorios allá por el año 78. En los sanatorios de tuberculosis estudié esta enfermedad en los pacientes, a los que recuerdo con cariño. Era como ver cara a cara las fauces del monstruo que le arrebataba la salud y la vida a muchos. No le tuve miedo a las enfermedades, más bien me inspiraba una voluntad por combatirlas; y así aprendí a ser médico en mis incansables noches de desvelos estudiando noches enteras.
De mi padre, el gran médico Hugo Suárez Castelo, aprendí a ser médico primero de alma y corazón, mucho antes de entrar en la facultad de medicina. En Maceió donde estuve desde 1976 hasta 1978.
En el año 79 fui trasferido a la facultad de medicina de la UNICAMP, Universidad de Campinas, en el estado de Sao Paulo, Brasil, donde culminé mis estudios, graduándome como médico en 1983. Allí posteriormente hice mi especialización en cirugía general.
Después en 1988, emigré a EEUU donde cursé mi segunda especialización en medicina de familia en la universidad de Texas Tech. Con esta especialización me fue posible establecer un contacto más directo con la gente, mis pacientes y sus familias. Ellos me impregnaron de las vivencias tempranas de mi trabajo, atendiendo a pacientes anglos, afro americanos, e hispanos, en clínicas y salas de emergencia en hospitales de Texas, como: Whichita Falls, Lubbock, Amarillo y Plainview. En el año 93 me trasladé a Houston para trabajar en la sala de emergencia del Memorial City Hospital. Y en el año 94, finalmente, abrí mi propia clínica privada, "Doctors Care Clinic", en la ciudad de Houston.
En el 2003 me nombraron médico del año en Texas, por mis ideas y desempeño en el área de salud primaria, esto durante el gobierno del presidente George W. Bush. Así fue como conocí la capital, Washington, DC, donde tuve que viajar a recibir la distinción.

Como poeta, escribo soñando crear una realidad mejor, transmitiendo conciliación y esperanza a las generaciones de hispanos que hoy crecen en EEUU. Lo que hago con pasión usando esa pasión como válvula de escape y como alimento para el alma.
Soy un privilegiado, un iluminado, por todo lo que aprendí con mi esfuerzo y sacrificio, con ambición por ser alguien educado; conquistando el intelecto que me dio la buena posición y el confort en lo personal y en el trabajo. De igual manera en mi "apostolado" en la medicina, soy de estirpe, pues mi padre fue médico antes que yo, y de él tomé el ejemplo, y aprendí el secreto y la misión de hacer el bien y curar a los necesitados y enfermos en sufrimiento. Mi lema es: sanar y calmar el dolor, ahuyentar el miedo, e inspirar la esperanza, la confianza y la fe.
Reparto con todos por igual mi patrimonio de conocimiento profesionales, que son instrumentos de mi trabajo y son parte de mi experiencia ganada con el privilegio de servir al enfermo.
Soy "bendecido" al no haber desviado mi camino y poder ofrecer a todos por igual sin excepción, la inversión acumulada de conocimientos que con el sacrificio de muchos años cultivé, desde Bolivia, Brasil y ahora en EEUU. Me refiero a lo que me costó orientarme, moldearme y educarme desde mi juventud, hasta graduarme como médico en 1983. Lo que me costó a mí y a mis padres, ahora lo comparto con todos.
Y no puedo olvidarme del arte, la literatura, y la poesía… arte donde la mente, las ideas, el carácter, y la moral son elevados. Esa es la forma de arte que me cautiva. Y porque el arte es noble, de ahí es que soy "noble". Infelizmente el arte no es para todos, ¡que pena! Ahí fallamos como raza humana. Yo conciente de esa falla, quiero propagar el arte de las letras con lo que escribo. Y persigo una forma y estilo que no es tanto la métrica, porque lo que me importa más es la idea y el mensaje.
Me aburre la mediocridad, la ligereza, y la torpeza, así como el descuido me hace perder la paciencia y me frustra.
Si no tengo bienes ni propiedades para ser aristócrata, me esfuerzo por ser un "aristócrata de pensamiento y profesión".
Vivo de la fuente de mí trabajo aquí en EEUU. Mi "modus vivendi", aquí lo obtengo con gran sacrificio de interminables jornadas de trabajo cotidiano, en esta América corporativa que me devana los sesos. Este es un sistema capitalista con muchos aciertos y desaciertos. Aquí en EEUU es donde tenemos también a la gente más conciente y democrática del globo, con un gobierno afanado (mejor diría, comprometido con su propio pueblo) para ofrecer y otorgar lo mejor del sueño americano, trabajo, alimentación, educación, salud y oportunidades; que muchas veces no son aprovechadas, sobre todo en el tema de educación.
¿Qué si me gusta el sistema? ¡Por supuesto! El sistema norteamericano en la actualidad es el mejor modelo democrático, el más próspero y con un profundo mecanismo de autorregulación y auto-reparo; analítico, crítico y constructivo, que está plasmado desde la constitución y las leyes, con la mentalidad e idiosincrasia de un pueblo generoso, ambicioso, ingenioso, religioso y trabajador.
Estamos viviendo aquí algunas reacciones y movimientos populistas, en una nueva modalidad que empezó en el año 2008, y nos muestra que los ciudadanos responden a las leyes federales que no son muy claras o convenientes (como por ejemplo la "Reforma de Salud" y la "Reforma Migratoria", entre otras), son movimientos que tienden a remodelar y perfeccionar el sistema. Y no se trata de partidos políticos, como republicanos o demócratas, sino de movimientos que protestan de manera pacífica e inteligente, con bases sólidas contra un sistema que en medio de su complejidad, se contagia con vicios y se maneja de manera conveniente para unos pocos.
Gracias a Dios hay pueblos y sistemas democráticos progresistas como este, dignos de seguir e imitar. Aunque bien hay mucho que criticar, mucho que mejorar.
El movimiento hispanoamericano que me toca vivir ahora en Norteamérica, es de gran trascendencia. Y a todos nos ha tocado vivir lo que llamamos "pagar derecho de piso". Pero el "momentum" ha llegado para los hispanoamericanos, de buscar la superación. Eso de ser ilegal y trabajar con poca paga (mal pagado), no es maltrato, apenas es un fruto de la ilegalidad, poca o nula información, y en algunos casos la falta de educación de nuestros pobres ilegales. El desprecio es un reflejo de la ley "fría" con el indocumentado. Por eso debemos legalizarnos y educarnos.
En mi vida de inmigrante y trabajador en el área de la salud aquí, en EEUU, he constatado el más equitativo y considerado trato y compensación al sacrificio invertido en mi persona como inmigrante con profesión.
¡Por eso va este grito! Hispano hermano, debemos buscar la legalización, la educación y la profesionalización, esa es la solución y la verdadera salvación. Sin resentimientos, sin maña, ese es mi consejo. A EEUU le digo que los derechos humanos no son dados en una visa, estos existen desde hace ya mucho tiempo. Y eso es lo que podría llamarse "la constitución del mundo", donde el ser humano de donde sea que venga y en cualquier parte del mundo donde se encuentre, merece ser respetado como ser humano tal como dicta la constitución.
Tenemos aun un largo camino por recorrer los hispanos aquí en EEUU, en la educación, la ciencia y el arte, y debemos continuar siendo buenos peregrinos hasta realizar y ser parte del sueño americano.
¿Quién soy para asegurarlo? Jorge Antonio en "senso stricto".

Jorge Antonio Suárez

 

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