Y cómo fue que el sepulturero ayudó a su amigo que se fue al norte a trabajar, donde se hizo rico, pero adquirió una enfermedad y tuvo que volver en las últimas a su pueblo a morir…
Se supo que el difunto tres días antes de morir, había llegado del norte atravesando la frontera muy enfermo y cadavérico, con una enfermedad mortal. Tenía el cuerpo salpullido, sus órganos los traía podridos y apenas podía mear.
Muy sigiloso entró en el pueblo y antes de dirigirse a su casa, lo primero que buscó fue a su amigo el panteonero de la casa funeraria; y allí compró su cajón para su morada final. Después se fue donde el boticario donde compró la receta de yodoformo y alcohol para embalsamar las heridas de su privada región.
Y luego triste a su casa se dirigió... Su mujer al verlo entrar corrió a pedir perdón, explicando que con otro encontró consolación, ya que todo era culpa de él, pues desde cuando él se marchó, el compadre se le arrimó, dejándose ella llevar por el otro en su insistencia, hasta que él la consiguió. Y aliviada ella explicaba que esto poco duró porque al tipo la tierra se lo tragó, cuando ella se negó a seguir dándole cuerda, después de enterarse ella que venía su marido, muy enfermo y decaído, según informó la madre del malogrado hijo prodigo.
Lo único que nadie sabía es que el enfermo venía con la otra, sin hacerse de rogar.
El moribundo al enterarse de la historia de su compadre bribón, que su esposa le contó, más desahuciado quedó, y decidió abandonarse al lado de su ataúd en un cuartucho alquilado, en un hotel muy cerca del panteón, donde solito esperó hasta que la muerte vino y se lo llevó.
La familia del difunto sorprendida por su muerte, se movilizó recuperando el cuerpo que liberó el hotelero, después que lo dio por muerto el galeno, quien firmó el acta de defunción. Y según el sepulturero, amigo del fallecido, el difunto lo había instruido para arreglar el velorio, coordinando con el párroco, quien tenía fama de santo.
Lo que ocurrió en la iglesia se los contaré enseguida, así como lo que sucedió en la misa de cuerpo presente.
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