De llanto tengo, los ojos empapados
pues tú en mi vida, efímera has pasado.
Ahora lento muero, en triste despedida
de ver tu amor, salir de mis amparos.
Ya presidiario, me siento eternamente
y condenado sin ti, a vivir doliente…
Muy desdichado, mi corazón se siente
sólo hay recuerdos de ti en mi pobre mente.
Mi alma que un día, bebió de ti la gloria
triste se cuita, pues te marchaste sola.
Si más te quise yo, la culpa no fue mía,
fueron tus labios, tus ojos y tu aroma
que hasta las rosas envidian de ti hermosa.
Mi pecho arde, mi corazón explota
en versos ebrios, que salen de mi boca,
al recordar las noches que contigo
íntimamente los dos hemos vivido.
Yo en cautiverio de tus besos quiero
beber de nuevo el néctar de tu boca;
con el mirar profundo, clara fuente
seguir yo quiero, de ojos cerrados verte.
Quiero que vuelvas, ardiente compañera,
en llama viva de amor, aquí te espero,
me haré cenizas, se apagará mi fuego,
si tu no vuelves, eternamente muero. |