Desde lejos se vislumbra
entre líderes “el líder”
con gran luz propia que alumbra
y energía que irradia
como un faro que nos guía
al destino autonomía.
Rubén Costas Aguilera
con chispa y sabiduría
alinea con democracia
las ideas oprimidas
de autonomía en cuestión.
En buena hora y medida
el pueblo Cruceño rechaza
una virulenta “infección”
con mañosa manipulación,
de patógenos extranjeros
que infectan a políticos nacionales
que se creen en sus cabales.
Para esta enfermedad
psicoterapia abierta es el diálogo,
mejor dicho catarsis
de todos los infectados,
y para erradicar el mal
se usa la técnica del “tatú”,
bien utilizada por Guarayos
y por otros indios caribeños
con muy buenos resultados.
En Santa Cruz de la Sierra
Rubén hace obra ejemplar,
uniendo a un pueblo sin par
dando ejemplo a la nación,
que este pueblo y su cultura
lo suyo siempre ha de tener
como innegable bastión.
Aquí se enseña al hombre a pescar
y a alimentarse de por vida,
no ha darle al flojo en la boca
el pez sólo por un día,
pues la esencia de autonomía
es valerse por si mismo.
El pueblo Cruceño por natura
de su gente y sus recursos
tiene en su noble misión
ser el canon, ser el guía
de nuestra amada nación.
¿Qué espera ahora Bolivia?...
A reconocer su destino
de autonomía y democracia,
pues políticos centralistas
ya no son un buen modelo
para un presente realista;
donde se condenan guerras
y se lucha porque prevalezcan
las culturas regionales
conformando con tolerancia
un bello mosaico nacional
respetando a cada pueblo
en su identidad “total”. |