(Carta al Sr. Presidente)
Aunque hubiese querido…
No escribir lo que ahora escribo
Una fuerza interior me empuja a hacerlo,
Y es que el silencio no viajó al olvido
Y ahora canto triste cuando escribo
¡Que sufrimiento humano! Soy testigo,
Del hispano que aquí vive un cruel tormento,
¡Y que caos migratorio en Norteamérica vivimos!
Con la persecución al inmigrante latino
Los que vinieron de otras patrias compungidos
Aquí son los peregrinos* excluidos,
¿De estos, cuántos viven aquí escondidos?
¿Cuántos se van de aquí por perseguidos?
Y cuán pocos al final son los incluidos!
¡Sienta usted!
Cuan hondo cala…
El llanto de la raza,
Del sufrido hispano en su lamento
¡Sienta usted!
El silencio y los suspiros
Que van cribando el alma,
Dejando perforada y hecha añicos a esa ánima
Pero mismo de ella todavía salen
Frágiles hilachas de esperanza
Como ecos de luz que alumbran el mañana
¡Escuche y vea usted!
El grito vibrante diamantino*
Con destellos de luz áurea
Que aglutinando va los genes
En fuertes haces cristalinos,
Que es sonido del silencio
Que emana de las sombras,
Y que en creciente luz de sentimientos forma
Esta humilde corriente caudalosa
De América con sus peregrinos
Aunque mi alma de poeta solidario
Con la pureza de este arte se deleite,
Jamás pretenden mis poemas mas sinceros
Ser una crítica, un desafío, o ser un canon
Más bien yo con humildad prefiero
Sea mi poesía el lenguaje franco
Del hermano hispano
Que bien conozco en su sentir sufrido,
En su esperanza y su clamor amargo,
Por ser incluido en el sueño americano
Este es un triste verso sin orgullo…
¡No puede haber orgullo en el sufrir!
Tampoco habrá resentimiento, mejor habrá perdón
Rehusándose a beber lo amargo el corazón
Cansados de vivir en las sombras y escondidos
¡Queremos ver la luz!
Queremos igual trato con amor
No es política lo que aquí escribo sin rodeos,
Más bien es un llamado al derecho universal
Por esa irrefutable igualdad del ser humano
A imagen del Creador y de su hermano
Soy el poeta de los peregrinos,
El de los sentimientos puros, el de la idea,
El que con plácida voz
Al unísono canta y sueña
El canto otrora dulce y melodioso,
Tornado ahora amargo y silencioso
De la raza hispana en Norte América
Soy esa voz que silenciosa vaga
Y que rompiendo va la fría conciencia
De aquel que observa y no hace nada
En un mutismo frío que se siente
En la médula espinal del alma,
Conciencia común que ya nos une
E identifica entre las sombras
En esta nueva corriente cristalina
Que torrencialmente baja de la más alta cima,
Y que con fuerza viene y nos contagia
Con los ideales más sagrados
¡Y elevados por ser alguien!
Aquí en el crisol donde se funden
Por voluntad del Creador Padre,
Todas las razas, religiones y colores
Trascendiendo las fronteras
En la nueva Norteamérica
Jorge Antonio |