La paz que yo llevo dentro
¡A ti te la debo madre!
Sólo tú para calmarme,
Y sólo tú para enseñarme
Lo que el mundo afuera esconde
Tú sabiamente despojas
Mis males con tus plegarias,
Y me bendicen tus ojos
Con la más tierna mirada
Tus cálidas manos madre,
Son mi consuelo, ¡mi bálsamo!
Y cuando mi frente acaricias
Y me cuidas en desvelo,
A nada le temo, madre
Cuando pides en tus rezos…
Bendiciéndome desde lejos
El Divino siempre acude
Y ocurren milagros del cielo,
Por tus plegarias de madre
Es tu blanca cabecita, ¡bello capullo!,
Inmaculada nieve,
Es tu sonrisa aliciente
Que me hace volar libremente…
Me diste una vida bella
Y un corazón virtuoso,
A mi padre bien cuidaste…
¡Bendita por siempre seas madre!
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