Verdad alada
Y destinada
A volar libre
En el celeste cielo
Que toda alma hereda…
De esa verdad de todos,
No quiero ser el dueño
Si yo, ni soy el dueño
Siquiera de mi mismo
Más bien,
Con humildad yo sirvo
Y entrego a todos
Lo aprendido
Lo que poseo
Es el conocimiento
Que Hipócrates,
Mercurio y Galeno,
Me legaron
Mas, lo que tú, padre
Con tu ejemplo
Muy certero
En mi engendraste,
Más aquello que he forjado
De mi mismo,
Siendo yo
El cincel,
El mármol
Y el martillo,
A un mismo tiempo…
Y así trabajo
De mente,
Cuerpo
Y corazón
Bajo el escudo
De Esculapio…
Tú me inspiras
Padre querido
¡Amen!
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