El más puro amor sincero
a los de mi sangre di,
y a los que por bien quiero
también el bien concedí.
Por el mundo andando vivo
de corazón compartido…
recordando siempre a Dios
¡en todo lo que hago y digo!
Este noble apostolado
me ha inspirado a ser mejor,
a conquistar con esfuerzo
del paciente el privilegio;
y si entre buenos… bueno he sido,
es porque Dios así ha querido.
Cien por ciento dadivoso
con mis pacientes he sido
pues mi misión es “curar”
y mitigar el dolor
quitar de la dolencia el mal
y la esperanza inspirar.
Con certeza te lo digo
que no de generoso
muere el corazón
y sí de malo y rencoroso;
siendo mucho más dichoso
aquel que con gran gozo
comparte su corazón
de compasión y amor
repleto henchido.
Yo dichoso quiero morir
por todo el bien compartido,
y que mis pacientes digan:
“¡qué bueno que era el doctor!”.
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