El líder extraño
es incapaz de gobernar con eficiencia
a los que no son de su aldea.
El que gobierna a un pueblo
debe tener la misma idiosincrasia
para entenderlos y guiarlos,
así como la inteligencia
para enfocar su realidad.
Los gobiernos regionales
inspiran y unifican
la confianza de su pueblo.
El extraño líder atemoriza
y al dominar se parcializa
dejando a un lado a la gente
diferente de su idea.
Si el líder ceremonioso de otra índole
levanta su atuendo muy astuto,
e impone una ofrenda en su discurso
tiene una credibilidad que intimida,
y él sabiéndolo taciturno observa
a los otros diferentes que sorprende.
Siempre acaba el pueblo gentil y crédulo
entrando en ese juego de políticos
con carta ya jugada a perder,
e ingenuo entrega una paloma blanca
que es tomada con desdén
por aquel que de antemano
¡ya cometió un crimen falaz!
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